Comprometerse de manera competente, evaluar, intervenir y evaluar en la práctica de salud mental, con individuos, parejas, familias y grupos, representando a clientes a lo largo de su vida.
Emplear una perspectiva de práctica a lo largo de toda la vida que reconozca las dimensiones interrelacionadas del desarrollo humano, incluyendo lo físico, emocional, cognitivo, social y espiritual.
Emplear una perspectiva ecológica en la evaluación e intervención, que reconozca que el desarrollo individual está influenciado por el entorno del individuo, incluyendo la familia, la cultura, la comunidad, el entorno natural y los contextos globales.
Evaluar e intervenir desde una perspectiva de fortalezas que sea sensible a la diversidad del cliente y a los problemas de opresión y discriminación.
Reconocer que los clientes enfrentan múltiples desafíos (por ejemplo, salud mental, salud física, ocupacional/educativo, abuso de sustancias, legal) que a menudo requieren respuestas a múltiples niveles de equipos multidisciplinarios de profesionales y otros miembros de la comunidad.
Resumir la importancia de los profesionales y otros miembros de la comunidad.
Seleccionar estrategias de intervención que se ajusten de manera diferencial a las necesidades y características del sistema del cliente identificado en la evaluación.
Desarrollar y utilizar el uso consciente de uno mismo en el establecimiento de relaciones de ayuda efectivas.
Describir el papel de la cultura, la clase, la geografía y el género en el acceso y la utilización de servicios de salud mental en Utah, Estados Unidos y en contextos internacionales.
Aplicar y criticar el Código de Ética de la NASW en la evaluación e intervenciones en entornos de práctica de salud mental.
Resolver de manera efectiva los desafíos éticos y basados en valores en la práctica. Utilizar evidencia basada en la práctica y estrategias de práctica basadas en evidencia para informar su práctica en entornos de salud mental.